lunes, 21 de abril de 2014

Él era escritor.
Ella, escritora.
Pero cuando se encontraron,
se quedaron sin palabras. 



 Me pregunto cómo me recordarás.
¿Como la chica a la que le gustaba la tarta de arándanos? ¿O tal vez la chica del corazón roto?
¿Y ahora?
Te dejé el amor en tu guantera, a dos mil kilómetros de mar. Todo está desordenado. Ya no huele a ti en el sofá; te guardaré un lugar, por si apareces. Pero permíteme que te diga lo que eres.
Eres virus.
Eres droga.
¿Y ahora?
¿Quien te va a abrazar, cuando te deshielas? ¿A quién vas a mostrar tus cicatrices, tu rabia por vencer los imposibles?
¿Y ahora?
Tú estarás mirando hacia cualquier otra parte y yo... Yo soplando velas en  tu honor.
Dime a quién vas a besar hasta que te entienda.

¿No te lo crees?
Pues ven, y me callas.

Eres virus y sólo hay un antibiótico. El tiempo.
Eres droga y sólo hay una cura. La privación.



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