Bah. Ya ni sé seguir,
¿qué te voy a contar, que no sepas?
Si tú siempre lo supiste todo. Desde que te sentaste a mi lado aquel maldito día, hasta el día en el que te fuiste.
Y yo, que sigo diciendo que te fuiste cuando en realidad, para irte, primero debiste haber llegado, haberte quedado un rato.
Tal vez el problema fue que siempre supiste demasiado.
Tal vez el problema fue que te lo di todo,
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