viernes, 12 de julio de 2013

Another wave in the ocean.

La verdad es que a veces (muchas) te echo de menos.
Quiero decir que me despierto por la noche y te busco al otro lado de la cama, que aún espero verte bajo las mismas sábanas, y me vuelvo a dormir pensando como una estúpida que tan sólo te has levantado al baño, o a beber agua. Y luego juego a imaginar que tu cepillo de dientes sigue junto al mío, que todavía hay peleas por el mando de la televisión, que tu tazón azul de cereales sigue junto al mío rosa, porque siempre fuimos muy típicos, muy "como todo el mundo", porque realmente el mundo no te deja ser diferente; no nos dejó querernos, querernos de verdad, como dos idiotas, haciendo que todo tiemble, que se derrumbe, que vuelva a su forma, que los fotógrafos nos retraten y los poetas nos hagan inmortales, y hacernos un hueco entre los más grandes locos que ha habido, junto a (tal vez) el loco Romeo, la loca Julieta.
Tal vez Romeo nunca debió acercarse a Julieta.
Seamos realistas,
¿qué clase de gilipollas seguiría escribiéndote después de tanto tiempo?
(Yo.
Siempre tuviste ese olor,
joder, es que olías jodidamente bien.
Sobretodo el último día,
cuando me abrazaste y me dijiste adiós tan despacio,
fingiendo que te importaba.
Ahí. Olías jodidamente bien, cabrón, y lo sabías.)

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