martes, 9 de abril de 2013

Inspira, expira.

Pero ahora de ella sólo quedaba esto.
Cenizas.
Era fuerte, porque nadie le había dado otra opción. Se buscaba todas las noches, porque sabía que cuando se encontrara, a su lado estaría él.
Recordaba cómo hace un par de noches bebía con él y no por él. Cuando le decía "respira", a medio palmo de distancia, y ella no recordaba cómo se hacía eso. Cuando libertad era ponerse su sudadera y dejar el resto de la ropa tirada en el suelo de su habitación. Las sonrisas que acompañaban a su "quiero que nos sobren ganas, que nos falte tiempo para mordernos". Las peleas de niños para ver quien aguantaba despierto hasta el amanecer. Ella siempre ganaba. Porque le encantaba verlo dormido en la almohada de al lado, le encantaba pasear su dedo desde la frente hasta la mandíbula y ver su gesto, oír sus murmullos, contar los segundos, no aguantar más. Besarle hasta saber a qué sabían sus sueños.
Pero ahora de ellos sólo quedaba esto.
Recuerdos.
Decidle que yo no quería esto. Que me la jugó.
Que... Que es un cabrón, joder.
Que vuelva.

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