sábado, 20 de abril de 2013

"Eh, más quisieran las drogas caer en una persona como tú."

No entendemos el valor de los momentos hasta que se convierten en recuerdos. Y eso, es así.

Como cuando tienes que acostarte con una manta más porque ya no puedes acurrucarte a él si tienes frío. Cuando vuestros nombres siguen juntos en el buzón y no hay cojones de borrar el suyo. Como cuando sigues haciendo comida para dos y fuerzas una sonrisa como si no te doliera sentarte en el sofá y recordar cómo solía comerte a besos.
Cuando te preguntes cómo demonios conseguia hacer el café con la espesura justa y ese olor tan cálido, o los cruasanes esos, como sacados de una cafetería parisina. Y te preguntas quién te despertará sin querer a medianoche mientras te acaricia el pelo, quien te pedirá que dejes de leer y apagues la luz para poder meterse en tus sueños y tú en los suyos. Quien comentará media película y se quedará dormido en tus brazos durante la otra mitad. Quién se girará cinco segundos, te disparará una sonrisa que te atraviese entera, y seguirá caminando como si nada. Quién te besará cuando te enfades. Quién bailará en cada uno de tus lunares, quién dejará su olor en tu almohada, en tu ropa, en tu puta vida.
¿Quién?
Escribo esto para decirte que hace mucho que no miro nada porque no hay nada que no me recuerde a ti. No soporto la visión del armario sin tu ropa, de mi cepillo de dientes solo en el vaso de plástico del baño, los marcos sin nuestras fotos, ni el calendario marcado en el 21 porque tenías cita con el dentista y yo ya no podré acompañarte. Sigo escribiendo tu nombre en el libro de poesías que solías leerme antes de dormir y no sé cómo se llamaba tu colonia pero me gustaría saberlo para echarla en todos los rincones de nuestra casa y creer que aún puedo encontrarte andando descalzo, como siempre, por el pasillo. ¿Sabes? Al poco de irte, recordé que solías exasperarte con mi vértigo cada vez que superábamos los tres pisos de altura en cualquier edificio. He comprendido que el vértigo no se encuentra en el piso más alto de cualquier edificio, ni en cualquier avión que sobrevuele la ciudad, o yo que sé... Ahora sé que el mayor vértigo se encuentra en perder a la persona que amas, pero eso ya no importa. Dejaré esta carta en tu buzón, sólo espero que la leas. Por cierto, mi buzón sin tu nombre me resulta horrible, pero el tuyo sin el mío, me hace apretar los dientes por no doblarme del dolor.
Ah, se me olvidaba, te dejaste tu camiseta de los miércoles en el armario. La uso todas las noches para dormir. Espero que no te importe.                                                                                         

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