jueves, 22 de noviembre de 2012

Si no te abrazo es porque sé que no sería capaz de soltarte.

Me cortaste la respiración, me hiciste respirar tu aliento. Me enseñaste como se ve el mundo caminando a tu lado. Me hiciste suspirar por la curva de tu sonrisa. Con solo un abrazo me hiciste adicta a tu calor. Eso sí, ni se te ocurra volver a abrazarme. Si lo haces, te juro que no te soltaré. Y después de todo, me voy. Me voy una, dos, tres, cuatro veces. Y entonces, reviento. Reviento para decirte que me vuelvo loca cada vez que te haces de querer y de odiar a los treinta segundos. Que si por mi fuera la existencia humana solo nos habría creado a ambos. Que el mundo se mueve porque tú caminas. Que escuchar música es como escucharte a ti. Que caminar por la calle es verte en cada rincón. Que estudiar es mirar tu nombre, el que está escrito en la esquina de cada página. ¿Respirar? Yo lo único que quiero es que me robes el aliento con solo aparecer por esa puta puerta. ¿Vivir? Solo a tu lado, por favor. ¿Soportar? Todo lo que haga falta. Cada milimetro, cada lágrima, cada gota de alcohol que me meto en el cuerpo para no echarte de menos. ¿Luchar? Hasta el infinito. Mejor dicho, luchar para llevarte al infinito, para encontrar nuestro lugar. Para no separarme nunca, nunca, de ti.


No hay comentarios:

Publicar un comentario