viernes, 26 de octubre de 2012

Entre los dos se abría la distancia. No era una distancia real medida en kilómetros, metros, o cualquier unidad que indique cuánto has recorrido o cuánto te queda por recorrer. Pero esta distancia era muy grande, al menos para mí. Mientras yo me acercaba y la atravesaba, él se quedó esperándome al otro lado. Era solo el último tramo que me quedaba por recorrer, pero después de todo, ahora estaba segura de que era lo único que recorrería de verdad, pues al llegar ya no volvería a irme. Y cuando lo besé, me dejé caer y no tuve miedo del suelo que sabía que me estaría esperando. Lo atraje hacia mí y deslicé la mano por su cuello buscando ese punto donde podía sentir el latido de su corazón. Era rápido, como el mío. Lo apreté con fuerza, como si fuera lo único que nos conectara, y mantuve mi dedo ahí.



No hay comentarios:

Publicar un comentario