miércoles, 23 de octubre de 2013

Dime si alguna vez saliste de casa con prisa,
y te diste la vuelta sólo para coger ese gorro rojo
que a mí tanto me gusta quitarte.
Si escuchaste una canción que nunca te gustó hasta que me oíste cantarla.
Si te quedaste con ganas de acariciar mi mejilla sonrojada.
De oír mi risa de vuelta tras una broma de las tuyas.

Perder a alguien no es un evento, un día que puedas marcar en el calendario y esperar que no llegue nunca. Ni siquiera puedes decir que sea algo que pase una vez, puede que de vez en cuando. Pasa una y otra vez. Aquel día llnos pilló a ti y a mí en el puto medio. Ese día fue jodidamente difícil, y aún quedaba otro, y otro, y otro...
Y te sigo perdiendo.
Te pierdo cuando elijo el café que a ti tanto te gustaba, cuando suena cualquier canción en la radio, cuando exprimo las almohadas y busco que aún huelan a ti. Cuando escondo tus camisetas viejas para encontrarlas el día que menos lo espere; y seguir recordándote, y perdiéndote. Y.
Te pierdo cada vez que tropiezo y no hay una risa que lo acompañe. Cuando no hay nombre que escribir en un cutre cristal empañado. Te pierdo cada vez que pienso en volver a besarte, a coger tu mano y llevarte a donde sea. Como si esperarte fuera a hacer que vuelvas, vaya gilipollez.
Te pierdo cada noche. Y cada día, cuando despierto y no soy capaz de verte al otro lado de un mar de sábanas.
Siempre nos gustó demasiado ver Titanic.
Creo que te perdí un martes,
debía de ser trece.
¿Morir por ti? Preferiría vivir por ti. Morir es fácil, casi instantáneo. Vivir... Éso es más complicado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario