martes, 6 de agosto de 2013

Que te sigo debiendo, todavía, una canción de amor.

¿Qué prefieres?
¿Cara o cruz?
A mí me da igual. La cuestión es que podemos decir que somos las dos caras de una misma moneda.
¿De cincuenta céntimos? Sí, esa me gusta.
¿Cara o cruz?
También podemos decir que somos las dos mitades de una naranja, o no sé,
pongamos un jueves,
uno cualquiera,
uno de esos que te levantas, y te das en el dedo meñique del pie con la esquina de la mesa, e inmediatamente piensas que no va a ser un buen día, pero al final,
sí que lo es.
Me gustan los jueves.
Llegas como puedes a la cocina y te das cuenta de que no queda café. Te conformas con un vaso de leche, pierdes el autobús, te cobran demasiado en el taxi, vas al cine y te das cuenta de que la película ya ha empezado y te pones a dar vueltas, sin saber a dónde vas, dónde estás.
Y entonces, ese jueves, sin saber si somos las mitades de una fruta u otra, sin saber si eres cara o cruz, sin saber de cuánto es la moneda,
vas a abrir los ojos.
Ese día te encontraré.
Porque aún pienso que podemos estar juntos, o tal vez, nunca dejé de pensarlo.
Te dejo a ti el rollo ese de la hora y el lugar.

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