domingo, 28 de julio de 2013

You can get addicted to a certain kind of sadness.

Nadie le dijo a qué velocidad iban los copos que caían ante la ventana de la cafetería donde solía sentarse con él. Nadie le explicó con una media sonrisa y brillo en los ojos de qué estaban formados, por qué eran tan redondos y tan perfectos. Ni le dijeron qué posibilidad había de que al salir, uno fuera a posarse en su nariz, probocando esa risa ligera tan propia de él, que bien podía hacer que se derritiera toda la nieve y llegara de improviso el jodido verano.
La verdad es que tú siempre hiciste lo que te dio la gana.
"No, ese color de uñas no, sabes que me gusta más el otro."
"¿Era hoy? Perdona, cariño, me olvidé."
"¿Ir al cine? ¿Hoy? ¿De verdad te apetece tanto? Yo prefiero bajar al bar a tomar algo con los colegas."
Y desde que se fue, no ha vuelto a pintarse las uñas. No ha vuelto a ver una película en el cine. No ha vuelto a ver nevar desde ninguna ventana...
Aunque, claro, ahora ya es primavera,
para todo el mundo,
menos para ella.
Tú siempre hiciste lo que te dio la gana,
y ahora que ya pasamos de amaneceres juntos,
pienso hacer yo lo mismo.
Esta noche pienso emborracharme a tequila sin una gota de limón,
y sin un grano de sal.
Al menos, mientras me arde la garganta
no podré pronunciar tu nombre.
Al menos, olvidaré lo jodidamente bien que queda junto al mío.
(Llámame si quieres hablarme de imposibles,
si quieres explicarme por qué no pudo ser,
yo sigo pensando que estábamos jodidamente locos cuando decidimos intentarlo, y aún podemos enloquecer juntos otra vez.)


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