miércoles, 28 de agosto de 2013

Alargarnos la sonrisa, sacudirnos la distancia y poder burlar al tiempo.

Ocurrió hace un mes; con sus treinta días y sus treinta noches, que parece que se multiplican y aumentan su peso según van pasando.
Hace un mes, era viernes.
Hace un mes, sobre las diez de la mañana yo estaba en la estación de tren y hacía mucho frío. Aunque para mí siempre hace frío, sobretodo ahora. Parece que estoy tratando de construir una metáfora triste; acababas de dejar caer tu monedero, y yo, unos siete metros por detrás, me fijé en tus larguísimas piernas mientras recogías las monedas.
Sólo eso, sé que fui un estúpido.
Entré en mi tren cuando faltaban cinco minutos para que partiera y me senté al lado de la ventanilla como pude haberme sentado en cualquier otro lugar. Tenía mucha prisa por que el tren comenzara a andar, por alejarme de aquella estación, pero entonces me fijé en la chica que estaba de pie al lado de uno de los bancos del andén. No me fijé en tus piernas, de verdad, me fijé en ti y me siento orgulloso de poder decir que te vi. Más aún, me vi. Me vi acercándome para preguntarte qué libro tenías entre las manos, para decirte lo bonita que era tu mochila de rayas e incluso diciéndote que todo aquello era una escusa, que sólo quería poder acercarme a ti. Me vi haciendo locuras por ti, me vi abrazándote y besándote hasta que sonrieras, como en todas esas historias cursis, componiendo poesías de esas que en unos años vuelves a leer y te preguntas cómo pudiste escribir algo así y te avergüenzas pero sabes que aún sientes lo que sentiste la primera vez que dejaste tus trazos sobre el papel; me vi haciéndote rabiar, mirándote mientras duermes, haciéndonos fotos absurdas e invitándote al cine, leyendo contigo y dejando que me leas.
Me pareció que estaba en el mismísimo andén nueve y tres cuartos, porque se podía respirar la jodida magia.
Quise romper el cristal de mi ventanilla y vi un fantasma que traspasaba los cristales porque sólo quería preguntarte si le dejabas quererte, si detrás de las gafas había unos ojos en los que podía reflejarse.
Nadie en sus cabales se habría levantado del asiento sin despegar la mirada de ti, como un loco poseído por un sueño o yo que sé. Pero yo lo hice. Yo me levanté, te juro que lo hice,
pero tú no lo viste, porque estabas mirando hacia otra persona, porque
apareció él. Esbozó una sonrisa y desde mi sitio pude ver cómo te derretías. Vi como lo perdonabas por hacerte esperar, cómo dejabas que te besara y supongo que por eso no me di cuenta de que me había vuelto a sentar, que los cinco minutos habían pasado y el tren se alejaba. 
Y tú desaparecías,
peor aún,
vosotros desaparecíais.
And I don't think I'll see her again, but we shared a moment that will last 'till the end. There must be an angel, with a smile on her face, then she thought up that I should be with you. But it's time to face the truth, I will never be with you.


6 comentarios:

  1. Increíble. Sigue escribiendo, en serio.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Muchas gracias! Seguiré haciéndolo, no te quepa la menor duda, mientras siga necesitándolo y siga gustándome lo que escribo.
      ¡Gracias de nuevo! :)

      Eliminar
  2. Creo que nunca encontraré un blog con tanto, no sé como decirlo, tantas ganas de reflejar realidad en unas cuantas líneas... Y no hay palabra para describirlo, alucinante es poco.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Me parece muy bonito lo que has dicho, en serio, aunque no sé si es para tanto. ¡Muchísimas gracias por pasarte y comentar! :)

      Eliminar
  3. Yo estoy con ese Anonimo pequeña Tay, sigue así, no me excedo mas, porque ya lo sabes todo. :)

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias, tú también deberías saberlo todo. Gracias otra vez :)

      Eliminar