domingo, 10 de marzo de 2013

Para quererte así, a silencios bajos y latidos fuertes.

Supongo que nadie le dijo la magia que es capaz de transmitir a través de sus ojos. Nadie le habló de su sonrisa ni del sabor de sus labios a primera hora de la mañana. Nadie sonreirá como yo lo hacía, al ver el paraguas amarillo de la entrada. El que guardaba nuestro secreto. Pero ahora eso ya no importa.
Nadie le dirá que me encantaba hacerle sonrojar, pero que me gustaba más ponerme colorada cuando me hacía cosquillas y mis carcajadas llegaban a unirse con las suyas. Que me encantaba cuando ponía morritos frente al espejo y no se daba cuenta de que le estaba mirando hasta que me veía reflejada. En realidad, me encantaba nuestro reflejo. Y el café que me preparaba, aunque le echara demasiado azúcar. Me encantaba que me cogiera en brazos, y cuando se quejaba por todo. Su risa nerviosa, su risa burlona, su risa triste y la tímida, a dos centímetros de mi oreja. Su pelo alborotado nada más levantarse.Cuando no era capaz de hacerse el nudo de la corbata y necesitaba mi ayuda. Cuando me necesitaba, sin más.
Nadie mejor que yo podrá decirte cosas de ti mismo que ni tú sabes. Pero, ahora eso ya no depende de mí.
Depende de ti.


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