domingo, 17 de febrero de 2013

Tengo dos mil razones para olvidarme de todo y no pensar más en tu voz.

No es lo que piensas.
No quiero verme reflejada en tus ojos los 365 días de cada uno de los años que me quedan (366 en los años bisiestos). No quiero el mensaje de "a las seis en la puerta de nuestra cafetería de siempre", ni que te sorprendas de la cantidad de azúcar que le echo al café. No quiero que me reconozcas a la primera ni que digas que solo tienes ojos para mí. No quiero canciones dedicadas, ni regalos sorpresa, ni quedarme con las ganas, ni quedar un rato e ir a desayunar a París. No quiero compartir silencios sin que sean incómodos, ni tampoco que al mirarnos sobren las palabras. 
Es mucho más simple. No quiero cuentos bonitos ni historias preciosas.
Es solo, que te elegiría. 
No sé, imaginate que llega el fin del mundo y viene Dios y me pide que elija una persona con la que convivir toda mi vida; te elegiría a ti. O que empieza un apocalipsis zombie, o un tornado que destruye a toda la humanidad. Te escogería, sin duda. Quiero que esto sea diferente, que sea alguien que nadie pensó, que nadie vivió. Y también que tengas claro, que siempre te elegiría, porque, bueno, porque eres tú.

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