miércoles, 31 de octubre de 2012

Tú y yo hacemos lo que queremos, y no queremos ser como los demás.

Que a mí, no me valen los "buenos días, princesa", a mí me va más lo de "despierta, domilona" a tres centímetros de mi oreja, cada mañana. A mi me va lo de "tú cocinas y yo friego los platos" Yo soy de las que no necesitan caminar de la mano todo el tiempo, pero me encanta que vengas de repente, me abraces y me des un beso en la mejilla. No quiero un "te amo", a mí me vale un "te quiero" sincero. Y tampoco necesito que me beses todo el tiempo, si con un solo beso en la frente ya me tienes ganada. Yo no quiero un "te echo de menos" con tu cara oculta tras una pantalla de ordenador; a mí me gusta que vengas y digas "venga, tardona, llevo media hora esperándote en tu portal" Que vengas y con tu sonrisa pongas el mundo al revés. Que no necesites decirme palabras de consuelo en mis días de bajón, que solo con tu presencia seas capaz de que todo cobre sentido. Que llegues y se me olvide todo, absolutamente. Que me tomes el pelo, me digas bobadas y me llames pequeña. Que me hagas creer que el infinito está ahí al lado pero que los dos construyamos nuestra propia versión del infinito, con fisuras e inperfecciones. Al igual que nosotros. Porque no necesito que me prometas el cielo y las estrellas, a mi me basta con que prometas las cosas más simples, y las vayas cumpliendo. Que las vayamos cumpliendo los dos juntos. Y cometer errores, enfadarme contigo y pensar "pero joder, que no puedo perderlo" Superar cada puto obstáculo, que los dos luchemos por tener al otro al lado, y que siempre seas el que siempre está ahí, dispuesto a alegrarme cada día de mi revoltosa vida. ¿Sabes? Llevo semanas imaginando cada situación, cada día que podría pasar contigo, todo lo que podríamos hacer. He llegado a la conclusión de que cada versión es absolutamente perfecta, tan solo porque tú eres el que está presente en todas ellas.

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