miércoles, 10 de octubre de 2012

No sé si quieres dormir conmigo, no sé si quieres que sea tu abrigo, no sé que cojones hacer contigo.

Y por fin llegó. Llevaba mucho tiempo esperando, y simplemente, con esa canción, pude desahogarme. Y por eso ahora me siento bien. Me siento con ganas de sonreír, de hablar, de salir a la calle. Como antes. Tenía ganas de gritar, de perderme. Logré salir de ese agujero yo sola.
Y ahora sé lo que quiero. Quiero libertad. Tanto tiempo echando de menos estar en ese punto medio, sin sentir nada, y después de todo, puede que nunca lo dejara. Puede que mi propia cabeza me jugara una mala pasada. ¿Te quiero, te necesito, te echo de menos? Puede. No lo sé. No quiero saberlo. Hoy solo quiero disfrutar, reír, ser feliz. Nuevas experiencias, nuevos desafíos, quiero bailar y gritar hasta quedarme sin voz. Porque antes no podía ser siquiera feliz, antes estaba encerrada, encerrada por mis propios sentimientos, mi propia cabeza, y ahora, soy libre. Puede que dure dos semanas, puede que dure un mes, o puede que cuando te vea, dentro de un día escaso, todo vuelva a derrumbarse, todo vuelva a ser como hace apenas dos días. Pero en este momento, solo quiero sonreír, porque echaba de menos mi sonrisa. Y qué cojones, que sí, que tengo ganas de verte, pase lo que pase. Ya decidí que quiero dejarme llevar por impulsos. Me arriesgaré, y me engancharé a lo que haga falta, incluído tú. ¿Que luego tengo que pasarme una tarde comiendo helado de chocolate y viendo películas tristes como escusa para pasarme horas llorando? Vale. Lo haré, me desengancharé, pensaré que soy libre, volveré a verte. Volveré a caer. Pero esta vez, no quiero dejar de sonreír. Es la edad, la edad de equivocarse y volver a equivocarse, pero sobretodo, de no dejar de disfrutar. Ahora ya sé que todo pasa. Que todo acaba, que una mala racha es una mala racha, y que aunque nadie se diera cuenta y te apoyara, tú lo superaste, a fuerza de noches sin dormir y días sin ser feliz. Y podrás hacerlo de nuevo.

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