sábado, 6 de octubre de 2012

A veces, el no tenerte pesa tanto que se me hace insoportable.

No soy tan valiente como para tratar de olvidarte. Ni siquiera soy capaz.
El tiempo pasa porque tiene que pasar, porque es inevitable, imparable, pero no cura. Sigo sintiéndome hoy igual de mal que ayer, igual que hace una semana. Igual que hace dos. Igual que aquel día en el que dejé de verte.
Joder, estar en un puto limbo debería ser fácil. En medio de ninguna parte. Que no, que no lo quiero. No lo quiero, pero me importa. Esa idea me gustaba. No estoy enamorada de él, no me afecta nada de lo que hace o lo que dice a otras chicas, pero dejo que me reconforte su presencia. Tenía todo controlado, o más bien, quería tenerlo, creía que todo estaba perfecto. No tenía a nadie a quien echar de menos, nadie a quien querer, pero si alguien que me hacía sonreír. Y yo no necesitaba más. Pero las cosas empezaron a descontrolarse. Y de pronto, ya no sé. De pronto, imaginarte con otra chica empieza a doler. De pronto, tu recuerdo venía a mi mente más de lo debido, y de forma imparable. Las clases se convirtieron en oportunidades para imaginar estar ahí contigo. Imaginar situaciones, palabras, besos. Sí; de repente, eché de menos tus besos. Y en menos de una semana, empezé a echarte de menos a ti. Empezé a abrazar tu puto peluche todas y cada una de las noches. Qué locura, solo eso hacía que no me sintiera tan vacía, que conciliara mejor el sueño. Y la noche en la que me saludaste, pensé que era por algo, pensé que por eso me habías dado el peluche a mí, solo a mí, de entre todas. Pero no. Volvió la puta realidad y su afición por reventar mis ilusiones, mi burbuja de felicidad. Zas. Dejaste de saludarme. Aquello solo fue una noche, como todo. Hoy me doy cuenta de que si no me saludas, es que no te importo, y no hay esperanza que valga. Y es que, además, fui yo la que te pedí que me dieras el peluche, asi que ni siquiera fue un regalo. Se acabó. De un plumazo, se desplomó todo. Otra vez, cuando mejor estaba. Y me di cuenta de que podrías habérselo dado a cualquier chica, ya que seguramente hayas conocido a otra. Otra más guapa, más alta, mejor que yo. A muchas, en realidad. Seguro que esta misma noche, conocerás a otra que te hará olvidarme. Espera, espera, espera, ¿olvidarme? Para ti ni siquiera hay algo que olvidar.
Y lo jodido, es que yo sigo aqui. Estoy anclada, no tengo forma de volver a mi limbo, a aquellos días en los que no me importabas. En los que me limitaba a recordarte, así, de pasada. Y es que ahora, es inevitable. Y ya falta poco para verte. Aquí estoy, de echo, contando los días, tachando números del puto calendario. Como una boba. ¿Qué pasará entonces? Oh, no, no quiero responder a esa pregunta. Paso de sueños, de películas dentro de mi propia cabeza. Ya lo sé, lo capté. Soñar es gratis, pero ilusionarse pasa facura.




No hay comentarios:

Publicar un comentario