Me siento rara.
Me siento rara porque hace mucho que no pienso en ti al acostarme, ni al levantarme. Me siento rara porque tu nombre ya no me hace suspirar. Me siento rara porque hoy he dormido abrazada al peluche que me regaló otro chico. Ese chico. Me siento rara porque ya apenas recuerdo tu sonrisa.
Es extraño porque cuando hablo de ti uso verbos en pasado.
Me siento rara porque parece que tú mismo eres un verbo en pasado. Me siento. . . Me siento una puta niña caprichosa.
Me siento estúpida y gilipollas. Absurda. Ese tipo de chicas que deberían evitarse. Esas que dicen que te quieren, pero en cuanto llega otro, se le olvida. . . Y es que a mi se me ha olvidado. Se me ha olvidado por completo lo que sentía cuando sonreías, cuando me hablabas, cuando me mirabas. ¿Ves? Verbos en pasado.
Y lo único que puedo decir es que me equivoqué. Me equivoqué al decir que eras algo especial, que eras perfecto. Porque lo dije sabiendo que había cosas de ti que no me gustaban, y no, no lo eres. Y no. . . No cambias. Y ya no quiero que cambies. No lo necesito, ¿entiendes? No sé que ha pasado en apenas unas semanas; solo sé que me asustaba la idea de estar tanto tiempo sin ti. Tanto tiempo echándote de menos sin que tú pensaras en mí un solo segundo. Supongo que por eso elegí irme. Y me fui. Y no te dije adiós simplemente porque sé que te daba igual que me fuera o me quedara.

Y puede que de algún modo lo necesitara. Necesitara ese lugar, ese pueblo. Tal vez necesitara ir para relajarme. Para olvidarme de todo, aunque fuera bebiendo. Para que todo quedara en silencio, incluso aquella parte de mí que insistía en seguir recordándote. Si; y esa parte de mí que se había ido haciendo más pequeña, se ha callado.
Y, sí, ¿por qué no? Tal vez también lo necesitara a él. Como forma de libertad, de revelación. Llámalo como quieras. Tal vez solo necesitara ese peluche, para dormir abrazada a algo por las noches, algo que no llevara ni tu nombre ni tu recuerdo. No. Tu recuerdo, no. No precisamente.