sábado, 16 de junio de 2012

Pienso en ti, te siento con cada latido-

Me mantuve sonriente hasta que me enteré de que no venías, no estabas, no ibas a aparecer. Hoy no, y quien sabe si alguna vez sí. Luego me di cuenta de que la sonrisa que llevaba era la que tu me prestaste, con aquella absurda esperanza. Aquella odiosa sonrisa, llena de felicidad sin razón, esa sonrisa enamorada, ida, tal vez, ajena al mundo y su ruido, solo pendiente de ti, de tu cara, de tu ser. Felicidad sin razón, eso. Exactamente. Sin motivo, pero con tu nombre escrito a fuego.
Por supuesto, la misma historia. Yo tan solo pido un botón. Un puto botón en la cabeza, y que pare todo esto, todo lo que pienso, lo que siento. Que no soy perfecta, no lo soy. No lo seré por mucho que lo intente, y aunque lo fuera, ni siquiera te enterarías. Seguirías sin mirarme, sin verme. Si tus ojos no se posan un segundo en mí, yo debería hacer lo mismo. La diferencia es que yo no puedo. Soy adicta, supongo. ¿Y sabeis qué? Que alguien llame al destino, al futuro, a Dios, a quien sea, y le diga de mi parte que pare de hacerme putadas.

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