miércoles, 11 de abril de 2012

Nada importa desde aquel viernes.

Estás sentada en la terraza de un bar en un parque cercano a tu casa; a tu alrededor, solo hay árboles, voces de niños gritando, pasándoselo bien, y personas hablando a tu lado. Y tú solo puedes pensar en él. Justo delante de ti, hay una señora fumando y el humo te da en la cara, pero ni siquiera lo notas. Tus pensamientos están lejos. Y sueñas despierta, imaginas que estás con él, en cualquier ciudad, en cualquier país, ¿acaso importa? Puedes estar en una habitación llena de gente que no conoces, o puedes haber tenido el peor día de tu vida,  ¿y qué? Sabes que nada de eso puede ser tan malo, nada puede llegar si quiera a rozarte, a importarte lo más mínimo, si tienes la certeza de que al alargar tu mano, podrás agarrar la suya, si sabes que él te sujetará con fuerza, te sacará de cualquier pozo, aunque parezca que no tiene fondo o por muy profundo que sea.
Despiertas; te han vuelto a echar la bronca por estar pensando en otra cosa mientras alguien te está hablando. Sonríes y respondes a lo que te ha preguntado. Apenas cinco minutos más tarde, te has vuelto a sumergir en ese pequeño mundo del que nadie, absolutamente nadie, podría sacarte. Sabes que es el único lugar donde puedes estar con él.

No hay comentarios:

Publicar un comentario