martes, 10 de abril de 2012

En el último sueño que tuve, aparecía tu sonrisa.

¿Qué me gusta de él? No lo sé. Es el típico graciosillo de clase, el de las zapatillas de marca y los vaqueros rotos, pero tiene algo, tiene esos ojos, nunca había visto unos iguales... No son de un azul eléctrico que deje impresionada a cualquier persona que los mire, no, su belleza no está en el color. Es más bien, esa forma de mirar, o la misma profundidad que hay en ellos, que hace que me empiecen a temblar las rodillas. La forma en que, cuando va a soltar una carcajada, cierra un poco esos ojos, pero luego los abre de repente, y entonces, brillan más que nunca.
 También tiene esa clase de sonrisa torcida que te deja sin aliento, que le hace tener cara de niño pequeño, y que al mismo tiempo, hace que parezca que sabe algo que tú desconoces, pero sobretodo, hace que sea imposible para mí no sonreír si lo miro. Aún no sé si me gusta, si lo quiero, de alguna manera y en tan poco tiempo, o si es un capricho. Si es eso, un capricho, una enfermedad pasajera... espero no curarme nunca.

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