viernes, 24 de abril de 2015

Vi entrar un rayo de sol por la ventana y lo confundí con ella.
Se deslizó de nuevo por la ventana y comprendí que hay guerras que siempre van a perderse. El rastro en la mesa me recordó sus sábanas blancas. No entendí que un invierno nunca te abriga. Ni aunque te cubra las cosquillas con besos. O la piel con su piel.
Pero ella tenía esa forma de andar.
Más que andar, de entrar en todos los sitios.
Más que entrar, pisar.
Más que besar, mordía.
Más que morder, se reía.
Más que reír, soñaba.
Y quien pudiera meterse tras sus párpados cuando sueña.
Y quien pudiera hacerle cosquillas en la lengua, y en la comisura de los labios.
Y quién pudiera levantarse por la mañana con ánimo de verla;
De cruzarse.
Y ojalá, dicha mañana, segundos antes de cruzarnos -de que me atropellaras-, hubiera planeado algo interesante que decir. Algo que empezara por destino, por futuro.
Seamos coherentes, ¿qué importan los que lo llaman porvenir?
si tú ya nunca vienes.

4 comentarios:

  1. Qué preciosidad. Todo lo que puede ser y sin embargo, el futuro se desvanece detrás de todos tus versos. Seguirá sin venir, seguirá ausente. Y mientras tanto, el destino riéndose de vuestros cuerpos alejados.
    Un besito.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Muchas gracias de nuevo! Tus comentarios tienen casi más valor que la entrada en sí, y por eso hacen que aumenten mis ganas de seguir leyéndote y aprendiendo a expresarme con tanta fuerza como tú. ¡Es increíble todo lo que sale de tu teclado!
      ¡Un beso! <3

      Eliminar
    2. ¡Sale de mi teclado porque lo que leo es absolutamente emotivo!
      ¡Vuelveeee! Quiero leerte otra vez.

      Eliminar
    3. ¡Estoy deseando volver! Pero necesito hacerlo con algo que valga la pena leer

      Eliminar