jueves, 25 de septiembre de 2014


Me sé la trayectoria de las hojas cuando poco a poco se caen, al igual que me sé el quejido de la hierba cuando comienza a helarse. Me sé que las flores que marchitan cuando llega el frío. Me sé el sabor del aliento del invierno cuando te da en la cara, y también la caricia del viento helado cuando me despeina.
Sé cuántas vueltas tengo que darle a mi bufanda cuando el frío aprieta, sé dónde esconderme si araña mi ventana. Sé qué canciones pegan con el invierno y con los libros,
y con los paseos.
Me sé la dulzura del vaho que sale de mi boca,
sobretodo cuando se cruza con el tuyo.
Y sé,
la calidez de tu abrazo.
Sé que ahora puedo llamarte casa.
Pero me basta con el saber que hay inviernos y fríos que se vuelven relativos, dependiendo de qué clase de abrigo uses.

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