miércoles, 26 de diciembre de 2012

Kaleidoscope of memories.

Ayer lo vi, ¿sabes? Lo vi claramente, como si me diera en plena cara. Me vi nerviosa frente al espejo y me vi en plena calle, esperándote. Caminando bajo el mismo diciembre, bajo el mismo frío. Me vi queriéndote. Y lo peor es que acabas despertando, acabas abriendo los ojos porque no te queda otra. Hoy volvió a ser imposible dormir, y el caso es que vuelvo a estar aquí escribiéndote cuando lo que de verdad quiero es abrazarte como si quisiera romperte pero sin hacerlo. Entrelazar mis dedos con los tuyos. Jugar con mi sonrisa, para que se convierta en la hermana gemela de la tuya. Besarte hasta que te extingas. Huir contigo a cualquier lugar, durante unas horas, perderme totalmente. Fingir que no hay frío, que no hay diciembre ni pies fríos bajo las botas. Que solo hay espacio para sueños y todo lo que queramos prometernos. Y dime, ¿por qué no? ¿Por qué no puedes estar aquí, por qué tanta película no se adapta a la vida real, por qué tengo que ser yo la que no pueda dormir, por qué tengo que echarte de menos? ¿Por qué no puedo gritarte para que. . . despiertes? Que yo estoy aqui. Que sigo aquí. ¿Por qué ni siquiera puedo enviarte un mensaje, deseando que te lo pases bien estas fiestas? ¿Por qué no puedo darte el primer beso del año? ¿Por qué a ti ni siquiera te importa?
Espero curarme de ti en unos días. Debo dejar de fumarte, de beberte, de pensarte. Es posible.
Me receto tiempo, abstinencia, soledad. ¿Te parece bien que te quiera tan solo una semana? No es mucho, ni es poco, es bastante. En una semana se puede reunir todas las palabras de amor que se han pronunciado sobre la tierra y se les puede prender fuego. Sólo quiero una semana para entender las cosas. Porque esto es muy parecido a estar saliendo de un manicomio para entrar a un panteón.


No hay comentarios:

Publicar un comentario