domingo, 30 de septiembre de 2012

Y, joder, que guarrada sin ti.

Un día más, otro día más. ¿Cuántos van ya? No me he parado a contarlos, ¿para qué? Eso no va a hacer que el tiempo pase más rápido, ni que te importe más a ti, y menos a mí. Vuelves a levantarte, como cada mañana. Joder, que asco, despedirme de la almohada y, en cierto modo, de ti. Empieza el día; prepárate para salir. Pero te da lo mismo, te sientes igual de encajonada fuera que en casa. La misma sensación de agobio, de estar atrapada entre cuatro paredes sin poder ir más allá, cuando es lo único que quieres hacer. Y te valdría cualquier lugar. ¿Un tren a ninguna parte? Perfecto. No necesito saber a donde voy, hoy solo quiero quitar esta sensación de añoro, de estar incompleta. Hoy solo quiero olvidarme de las ganas que tengo de ti.
Y que ganas de decirte lo boba que soy. Una idiota, una estúpida, una caprichosa, una niñata que no está a la altura. Te encuentro por casualidad cuando más necesitaba encontrarte, y sin embargo. . . Joder, ¡soy estúpida, soy jodidamente estúpida! Y tú. . . Yo. . . Joder, no sé que hago aquí. . . ¡Joder! No dejes que diga más tonterías, y . . . Y . . . Y. . . Joder, cállame. Cállame con un beso.

A veces tengo más ganas de besarte que de respirar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario