Escribo porque el sonido de mis dedos contra el teclado me consuela más que tropecientas mil lágrimas y doscientos y pico sollozos. Escribo porque me gusta dejar rastro, saber que pasó, que fue real, saber cómo me sentí. Escribo porque vivo. Vivo, luego escribo.

Que te miro y siento mil cosas distintas a la vez. Hoy he venido aqui porque necesitaba escribirlo. Te veo alicaído, mirando al suelo, y soy yo la que empieza a hacer bobadas por ti. Veo tu sonrisa ausente y soy yo la que lucha por hacerla brillar como siempre. Que tengo un radar invisible que vibra cuando estás cerca y me hace empezar a sonreír. ¿Dónde lo tengo? No lo sé. Creo que en el corazón. Que oigo tu voz y me recorre un escalofrío por la espalda, y apenas puedo responder porque el latido de mi corazón casi no me deja escuchar. Que te miro y me muerdo los labios porque sé que parezco estúpida sonriendo de esa manera. Y es dificil porque, al fin y al cabo, ¿qué soy? una desconocida. Algo más, tal vez, pero desde luego, no puedo preguntarte cómo estás, no puedo saber si te pasa algo... Sé que ayer te pasaba algo, estoy casi segura. ¿Casi segura? Joder, solo de escribirlo comienzo a dudar. Tal vez es solo lo que yo misma quiero sentir, una manera más de engañarme. Lo más dificil es esto de no entenderte. Esa facilidad que tienes para dejarme echa polvo, con solo irte. Yo lucho por pasar aunque sea cinco segundos a tu lado, yo voy y me siento contigo sin importarme si me miran o lo que piensan, yo voy y saco tema de conversación para oir tu voz y que el corazón se me salga del pecho. Tú te marchas casi a la primera oportunidad, y al día siguiente, vuelves y me haces cosquillas. ¿No comprendes lo confuso, lo duro y lo desesperante que es? A veces pienso que puede que me esté equivocando, que esto no sea así, que tal vez debería dar marcha atrás y mirar hacia otro lado. Pero al recordar tu mirada siento que no me importa equivocarme. Bueno, no es eso. Claro que me importa. Lo que digo, es que no me importa que seas tú el error.