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Me gustaban tus ojos, la manera que tenías de mirarme de reojo y reír o esbozar aquella preciosisima sonrisa, porque supongo que pensabas que no me daba cuenta. Pero la verdad, es que si me daba cuenta, por la sencilla razón de que yo no podía apartar de ti la mirada. Y es que, cada uno de tus gestos, aquellos que hacías sin querer o aquellos que te caracterizan, los que solo tú haces, me dejaban sin aliento, y por eso, yo los iba almacenando poco a poco, y ahora, es lo único que me queda. Supongo que yo soy la boba que se cuelga de un sueño, algo que no existe, que no es real. Porque para ti, no tengo por qué ser importante, es más, no tengo ni un solo motivo para destacar mínimamente del resto. Por no ser, no soy ni guapa, y no tengo una personalidad increible, pero de todas formas, tampoco hemos hablado tanto, de modo que si la tuviera, no te darías ni cuenta. No soy nada, no tengo nada de especial, y sin embargo tú lo tienes todo. Y por más que lo intento, sigo pensando en todo ello, por eso, cada vez lo tengo más claro.