Hay veces que, por mucho que te empeñes, ese tren ya no va a pasar otra vez, aunque te pases la vida corriendo detrás de él. Entonces, hay que resignarse y parar de correr, autoconvencerse de que la oportunidad que perdiste no va a volver, pero sobretodo, sonreír. Ya vendrán más trenes que merezcan la pena.
No hay comentarios:
Publicar un comentario